Lesiones traumáticas de los nervios
¿Qué es?
Las lesiones de los nervios periféricos suelen estar causadas por objetos afilados (por ejemplo, vidrio, cuchillo, astillas de hueso, bisturí) u otros objetos que comprimen o estiran los nervios.
En el primer caso, el traumatismo es bastante rápido, mientras que en el caso de la compresión (por ejemplo, yesos inadecuados) la acción es más lenta y gradual.
A menudo el traumatismo provoca lesiones concomitantes, especialmente del esqueleto, que pueden agravar las lesiones nerviosas.
Hay ciertos elementos que favorecen la gravedad de la lesión nerviosa; por ejemplo, la proximidad de ciertos nervios a determinadas estructuras óseas puede dar lugar a una compresión directa del nervio sobre la estructura ósea o a su lesión por una astilla ósea.
Por otro lado, algunas estructuras nerviosas (como el plexo braquial a nivel de la región por encima y por debajo de la clavícula) no son muy móviles por razones anatómicas y, por tanto, son más susceptibles de sufrir un traumatismo por estiramiento repentino.
¿Cuáles son los síntomas?
Los pacientes pueden presentar alteraciones tanto sensoriales como de fuerza, dependiendo del nervio afectado.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es clínico e instrumental con el uso de técnicas radiológicas (por ejemplo, ecografía, radiografía convencional, tomografía computarizada y resonancia magnética) y electrofisiológicas (por ejemplo, electromiografía).
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
En general, se distingue entre traumas abiertos y cerrados.
En los primeros, hay una exposición directa del nervio por laceración de los tejidos que lo recubren. En estos casos, sobre todo en el caso de las lesiones cortantes, es aconsejable intervenir quirúrgicamente en una fase temprana suturando los dos muñones nerviosos.
Por el contrario, los traumatismos cerrados suelen estar causados por un mecanismo de contusión o estiramiento y no hay una exposición directa del nervio. En estos casos, es aconsejable posponer la cirugía hasta 60 días, durante los cuales el paciente debe someterse a una serie de controles clínicos y electrofisiológicos (por ejemplo, electromiografía) para verificar si hay una recuperación espontánea de la función nerviosa.
El tiempo de hospitalización puede ser de unos pocos días, como en el caso de un traumatismo nervioso solo, o más largo si también hay daños traumáticos graves en otros órganos.
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