Cáncer de nariz y senos paranasales
¿Qué es?
Es un tumor que puede desarrollarse en las fosas nasales y en los senos paranasales, como: etmoides (situado entre el ojo y la nariz), esfenoides (situado detrás de los ojos), frontal (situado en la frente) o maxilar (situado en la mandíbula). El lugar más afectado es el seno maxilar, seguido de la cavidad nasal y el seno etmoidal, y más raramente los senos frontales y esfenoidales. Los factores de riesgo son en su mayoría profesionales: procesamiento del cromo, níquel y ácido isopropílico están científicamente correlacionados con la aparición de carcinomas naso-paranasales, pero, sobre todo, con el adenocarcinoma del seno etmoidal (ITAC), que tiene una relación casi absoluta con el procesamiento de la madera y el cuero. Se produce predominantemente entre los 55 y los 65 años, con una frecuencia dos veces mayor en los hombres que en las mujeres. Los tipos prevalentes por orden de frecuencia son: carcinomas de células escamosas, adenocarcinomas (ITAC y no ITAC), carcinomas de origen salival, especialmente el carcinoma adenoide quístico, el carcinoma linfoepitelial, el carcinoma indiferenciado (SNUC), el carcinoma mucoepidermoide y los carcinomas neuroendocrinos (SNEC), por ejemplo, los extesioneuroblastomas.
¿Cuáles son los síntomas?
En los tumores de los senos paranasales (fosas nasales, seno maxilar, etmoides) predomina la sensación de obstrucción nasal progresiva, especialmente unilateral, goteo frecuente de sangre o epistaxis; a veces la enfermedad se manifiesta con dolor, alteración de la sensibilidad de la piel de la cara, hinchazón facial irregular, visión doble, dientes inmóviles.
- goteo frecuente de sangre
- hemorragia nasal
- obstrucción nasal
- hinchazón irregular de la cara
- visión doble
- movilidad dental inexplicable
- disminución o ausencia del sentido del olfato
- sensación de compresión en los oídos
- otalgia
- secreción purulenta de la nariz
- dolor de cabeza
- aumento de los ganglios linfáticos del cuello
¿Cómo se diagnostica?
El otorrinolaringólogo realiza un examen exhaustivo tomando muestras de tejido de las zonas sospechosas bajo anestesia general (biopsia).
Además, para estudiar mejor el tamaño del tumor y la posible afectación de las estructuras vecinas y de los ganglios del cuello (nódulos linfáticos), está indicado realizar una TAC (tomografía axial computarizada) del cuello o una RMN (resonancia magnética) con medio de contraste, mientras que para una evaluación de los órganos distantes, en los casos más agresivos, se puede realizar una PET (tomografía por emisión de positrones) o una TAC (tomografía axial computarizada) del tórax-abdomen con medio de contraste.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Si el tumor es todavía pequeño y está localizado, se extirpa mediante cirugía, que a menudo puede realizarse de forma radical (extirpando todo el tumor) incluso por métodos menos invasivos, es decir, mediante acceso endoscópico posiblemente seguido de radioterapia en función de los factores de riesgo inherentes al tipo de enfermedad.
Si, por el contrario, el tumor se encuentra en un estadio avanzado, la recuperación aún es posible, pero el principal abordaje terapéutico es la cirugía demoledora, más invasiva, mediante resección craneofacial, seguida de radioterapia a veces asociada, en casos seleccionados, a quimioterapia en función de las características de la enfermedad, del riesgo de reaparición del tumor, de la edad del paciente y de las otras enfermedades que éste padezca.
Si la cirugía no es factible debido a la extensión de la enfermedad, o debido a otras enfermedades que padece el paciente y que contraindican la cirugía, la radioterapia puede seguir siendo una opción de tratamiento curativo, posiblemente concomitante con la quimioterapia y secuencial con la quimioterapia de inducción (quimioterapia administrada antes de la radioterapia con el objetivo de reducir el volumen de la enfermedad, seguida de radioterapia o quimiorradioterapia concomitante).
En el caso de una enfermedad avanzada que afecte a otros órganos (metastásica), el objetivo puede no ser ya la curación, sino la cronificación de la enfermedad mediante: quimioterapia, mientras que la radioterapia se propondrá para tratar las localizaciones sintomáticas o con riesgo de hemorragia/fractura.
Procedimientos sugeridos
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