Cistoadenoma hepático
¿Qué es?
El cistoadenoma biliar (CBA) es una neoplasia quística poco frecuente que se origina dentro del parénquima hepático o, más raramente (alrededor del 10% de los casos de CBA), a lo largo del tracto biliar extrahepático; constituye alrededor del 5% de las lesiones quísticas hepáticas. Es más frecuente encontrarlo en mujeres adultas en forma de quiste único con una superficie multilobulada y múltiples septos internos.
Causas y factores de riesgo
El origen de la lesión se remonta probablemente a la presencia de tejido embrionario ectópico (es decir, en una localización diferente a la fisiológica) con las características del tejido ovárico. La presencia de tejido mesenquimal dentro del quiste es un factor de riesgo para la degeneración de la CBA en cistoadenocarcinoma, la variante maligna de la CBA.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas de presentación suelen ser dolor abdominal y sensación de ocupación, causados por el efecto de masa de la lesión. Por otro lado, los signos clínicos y de laboratorio de ictericia y colangitis sugieren la presencia de una obstrucción biliar. Por lo general, los marcadores tumorales en suero se encuentran en el rango normal y, por lo tanto, no pueden utilizarse para diferenciar el CAB de un simple quiste, mientras que el análisis de los marcadores dentro del líquido del quiste parece tener relevancia diagnóstica.
Las lesiones suelen ser de crecimiento lento, pero se consideran precancerosas con un riesgo potencial de transformación maligna de aproximadamente 30%.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico diferencial suele ser complejo, sobre todo en comparación con otras lesiones hepáticas quísticas (quistes simples y quistes hidatídicos), pero es crucial, ya que el CAB requiere la resección radical de la lesión para evitar el riesgo de aumento de tamaño (y, por tanto, de complicaciones como la rotura y la infección), la recidiva (90% en caso de escisión incompleta) y la degeneración maligna (30%). A veces, el diagnóstico de CAB es incidental (es decir, se produce por casualidad) y se adquiere durante la evaluación histológica de la pared de un quiste que se consideró no complicado en la evaluación preoperatoria y, por tanto, se sometió a fenestración.
El diagnóstico diferencial incluye los quistes hepáticos simples, los quistes hidatídicos, los abscesos hepáticos, las neoplasias quísticas malignas, la enfermedad de Caroli y la policistosis.
Las investigaciones radiológicas convencionales (ecografía, TAC y RMN) son una herramienta importante de diagnóstico.
Las características típicas incluyen la presencia de quistes multiloculados con septos internos, una superficie engrosada e irregular, nódulos en la pared con protuberancias papilares, calcificaciones en la pared y realce de la misma.
La ecografía suele ser más sensible a la presencia de septos, mientras que la TC siempre es necesaria para evaluar la relación de la lesión con las estructuras vasculares del parénquima.
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