Diferencias entre clamidiosis y candidosis y cómo tratarlas

Diferencias entre clamidiosis y candidosis y cómo tratarlas

Fecha de publicación: 24-05-2024

Actualizado en: 24-05-2024

Asunto: Salud sexual, Ginecología

Tiempo estimado de lectura: 1 min

La clamidiosis es una de las infecciones de transmisión sexual más frecuentes y extendidas, sobre todo en el grupo de edad de 15 a 25 años, donde alcanza el 7,7%, frente al 5,5% de la población general. A menudo se confunde con otra infección muy frecuente: la candidosis, que afecta a unos 2/3 de todas las mujeres en edad fértil con uno o más episodios a lo largo de su vida.

Los síntomas asociados a las 2 enfermedades no siempre son fácilmente atribuibles por la persona a una u otra patología, por lo que la Dra. Giada Almirante, especialista en Ginecología de la Casa di Cura La Madonnina y del Hospital San Raffaele, nos ayuda a comprender mejor la diferencia entre estos 2 tipos de infección y su tratamiento.

¿Qué son la clamidia y la cándida?

La clamidia es una bacteria (Chlamydia Trachomatis) que causa una infección del sistema urogenital.

La cándida, por su parte, es un miceto (hongo, cuya cepa más común es la Candida Albicans) normalmente presente en la piel y las mucosas del cuerpo humano (por ejemplo, a nivel de la cavidad oral, la vagina o el intestino) que, debido a desequilibrios en la microflora del organismo, puede proliferar en exceso, provocando una infección.

¿Cómo se transmiten?

La clamidia está clasificada como una infección de transmisión sexual (ITS, también conocida como Enfermedad de Transmisión Sexual, ETS), es decir, una infección que puede transmitirse a través de las relaciones sexuales (vaginales, orales o anales) sin preservativo y a través del contacto con fluidos genitales y objetos que hayan estado en contacto con ellos.

La cándida puede aparecer debido a desequilibrios no relacionados con una vida sexual activa o no (tratamiento con antibióticos, estrés, inmunodeficiencias, etc.), pero puede transmitirse sexualmente a la pareja.

Además, los recién nacidos pueden adquirir ambas enfermedades de su madre:

  • a través del parto, para la clamidia;
  • a través de la lactancia, debido al contacto directo de los micetos con la cavidad oral del lactante, en el caso de la cándida.

¿Cuáles son los síntomas de la clamidiosis y la candidosis?

“El Instituto Nacional de Salud calcula que alrededor del 70-80% de las mujeres y el 50% de los hombres con clamidiosis no presentan síntomas. En el caso de la candidosis, las formas asintomáticas son menos frecuentes pero, en cualquier caso, no son infrecuentes", explica la Dra. Almirante.

En cuanto a la clamidiosis, en caso de presentarse, los síntomas principales son:

  • dolor al orinar;
  • secreción anormal del pene, la vagina o el recto;
  • dolor e inflamación genital en los hombres;
  • dispareunia profunda en las mujeres (dolor en la penetración profunda);
  • presencia de hemorragias anormales durante/después del coito o fuera del ciclo, en el caso de las mujeres.

Si la infección progresa, pueden verse afectados las trompas y los ovarios, con la formación de procesos inflamatorios contra ellos (hidrosálpinx, absceso tubárico, síndromes adherenciales) y agravamiento de los síntomas (dolor abdominal, fiebre, diarrea, náuseas). Estos procesos inflamatorios pueden aumentar el riesgo de infertilidad.

En cambio, en el caso de la candidosis, los síntomas suelen ser más específicos:

  • flujo vaginal blanquecino, a menudo espeso;
  • enrojecimiento y picor en la zona genital;
  • ardor al orinar;
  • dolor durante las relaciones sexuales;
  • presencia de una pátina blanca en la lengua y la cavidad oral, en el caso de las formas orales denominadas aftas;
  • ardor retroesternal, meteorismo, dolor abdominal pueden ser manifestaciones clínicas en el caso de candidosis gastrointestinal.

¿Cuáles son los riesgos?

En ambos casos, estas enfermedades no son motivo de preocupación, pero si no se tratan a tiempo, pueden conllevar importantes riesgos para la salud.

La clamidiosis no tratada puede causar:

  • infertilidad, tanto para el hombre como para la mujer afectada;
  • artritis reactiva adquirida sexualmente, que provoca la inflamación de las articulaciones y es más frecuente en los hombres;
  • enfermedad inflamatoria pélvica, que se manifiesta con los mismos síntomas que la clamidia, cuando está presente, y se genera por la propagación de la infección al útero, los ovarios y las trompas de Falopio;
  • dolor pélvico crónico y riesgo de embarazo extrauterino para la mujer (causado por adherencias tubáricas);
  • durante el embarazo, conjuntivitis y neumonía en el bebé o aumento del riesgo de parto prematuro y aborto espontáneo.

La candidosis, por su parte, puede provocar:

  • un estado inflamatorio perenne de la mucosa con daños y lesiones en el tejido de las partes infectadas;
  • en caso de inmunodeficiencia crónica, la infección puede extenderse por todo el organismo.

Cómo se diagnostica

La clamidia puede identificarse mediante:

  • hisopado de material de la vagina, uretra masculina, ano o garganta;
  • cultivo de orina.

La cándida puede ser detectada por el médico:

  • mediante un examen objetivo cuidadoso;
  • mediante un examen de cultivo realizado con un hisopo.

Las formas generalizadas e invasivas se diagnostican mediante exámenes especializados y exámenes instrumentales específicos, en algunos casos durante una intervención quirúrgica (presencia del síndrome de Fitz Hugh Curtis en el caso de la Chlamydia, es decir, presencia de adherencias hepáticas).

Cómo curar

La clamidiosis suele tratarse con antibióticos, generalmente mediante:

  • azitromicina, en los casos de embarazo;
  • doxiciclina, en todos los casos fuera del embarazo. 

En función de la gravedad de la infección, el especialista valorará si prescribe una única dosis diaria o si el tratamiento debe seguirse durante más tiempo (7-10 días para las infecciones crónicas o más graves). El antibiótico puede erradicar la infección, pero no eliminar el daño orgánico creado por el microorganismo. Es aconsejable evitar las relaciones sexuales de riesgo desde el momento del hisopado diagnóstico hasta 7 días después de finalizar el tratamiento antibiótico, para evitar la posible transmisión de la infección, y siempre se recomienda que la pareja también reciba tratamiento.

La candidosis, por su parte, se trata con medicamentos antifúngicos:

  • tomados localmente (cremas, óvulos, velas vaginales, etc.);
  • por vía sistémica (oral) en los casos de candidosis algo más importantes o extendidas.

En casos de candidosis multiorgánica grave, también pueden ser necesarias inyecciones y otras terapias. Además de la terapia antifúngica, también está indicada la ingesta de probióticos, especialmente lactobacilos, para restablecer el equilibrio de la flora intestinal y evitar la proliferación incontrolada de cándida.

Cómo prevenir

"Para prevenir una infección local por cándida es necesario mantener unos hábitos adecuados, tanto desde el punto de vista higiénico, evitando productos demasiado agresivos que alteren el ecosistema genital, como siguiendo un estilo de vida saludable, limitando el consumo de tabaco, alcohol y evitando situaciones de estrés psicofísico prolongado que debiliten el sistema inmunitario. Para prevenir o tratar la candidosis es bueno seguir una dieta baja en: harinas refinadas, levaduras, lácteos y alimentos ricos en azúcar; ya que estos alimentos parecen favorecer el sobrecrecimiento de cándidas.

Para ambas patologías sigue siendo, pues, fundamental practicar una vida sexual correcta, manteniendo relaciones sexuales protegidas, especialmente con parejas ocasionales, y someterse a revisiones periódicas con un ginecólogo y un andrólogo", concluye la doctora.

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