Glaucoma
¿Qué es?
El glaucoma es una neuropatía que se caracteriza por una serie de factores de riesgo, como el aumento de la presión en el ojo, que provoca daños en las fibras del nervio óptico.
Esto conduce a una pérdida periférica del campo visual y, en las formas más graves, a la ceguera total. El problema fundamental de esta patología es que el paciente, que no percibe su propia presión intraocular hasta que existe una pérdida ya importante e irreversible del campo visual, acude al oftalmólogo demasiado tarde.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas destacados del trastorno son típicos, pero no exclusivos:
- Halos alrededor de la luz
- Buftalmía
- Dolor de ojos
- Fotofobia
- Ojos enrojecidos
- Presión intraocular elevada
- Estrechamiento del campo visual
- Visión reducida
- Escotomas
- Visión borrosa
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es difícil de formular en una sola visita. Se trata de una serie de exámenes que comparados uno tras otro nos indican si la patología es estable o progresa. En las revisiones oculares rutinarias se recomienda medir la presión del ojo, que se define como normal entre 10 y 21 mmHg, y valorar el aspecto del nervio óptico.
¿Cómo se trata?
La terapia es principalmente farmacológica y tiene como objetivo reducir el aumento de la presión ocular, uno de los principales factores de riesgo del glaucoma. Existen múltiples clases de medicamentos extremadamente fiables:
- betabloqueantes
- inhibidores de la anhidrasa carbónica
- prostaglandinas
- bloqueadores alfa.
El segundo paso en el tratamiento podría ser el uso de láseres, concretamente la trabeculoplastia con láser de argón o la trabeculoplastia selectiva, es decir, la estimulación térmica a nivel de la malla trabecular (la porción del ojo responsable de la salida del humor acuoso desde el interior y el exterior del ojo), como para determinar un aumento de su capacidad de salida con la consiguiente disminución de la presión intraocular.
El tercer paso, por último, es el enfoque quirúrgico para el que existen diferentes tipos de cirugía para aumentar la filtración. Llegar a la cirugía, si bien en su día fue la salida más frecuente para el tratamiento del glaucoma, hoy representa el 4-5% de los casos, ya que la eficacia de la intervención depende en gran medida de las características de curación del paciente.
Independientemente de la opción elegida, el paciente con glaucoma debe someterse a un seguimiento al menos dos o tres veces al año, ya que en algunos casos es necesario corregir la terapia durante la cirugía.
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