Tumores de los nervios periféricos
¿Qué es?
Los tumores de los nervios periféricos se dividen en benignos y malignos.
Los benignos incluyen:
- neurinomas (o Schwannomas);
- neurofibromas solitarios;
- neurofibromas múltiples característicos de la enfermedad de von Recklingausen que pueden degenerar en neurosarcomas.
Los tumores malignos incluyen:
- neurosarcomas (también llamados sarcomas neurogénicos o schwannomas malignos);
- tumores neuroectodérmicos muy raros (meduloepiteliomas, neuroepiteliomas, meduloblastomas periféricos).
¿Cuáles son los síntomas?
Los pacientes pueden presentar una hinchazón real en la lesión tumoral o una alteración sensorial, parestésica (por ejemplo, descargas eléctricas, hormigueo) o de la fuerza que puede variar en función del nervio afectado.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es clínico y utiliza instrumentos como la ecografía, la radiografía convencional, la tomografía computarizada y la resonancia magnética, según sea necesario.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Desde el punto de vista quirúrgico, hay que distinguir entre los tumores que pueden extirparse por completo sin interrumpir el nervio y los tumores, tanto benignos como malignos, y los que no pueden extirparse sino resecando el nervio afectado.
La escisión completa sin interrumpir el nervio no conlleva déficits postoperatorios importantes y es posible, por ejemplo, en el caso de los neurinomas, ya que son tumores claramente delimitados en relación con los fascículos nerviosos sanos. Los neurofibromas, en cambio, son los típicos tumores benignos que, debido a la interpenetración entre el tejido sano y los fascículos nerviosos, no pueden ser extirpados sin causar déficits neurológicos tras la resección del nervio afectado.
En el caso de los tumores malignos propiamente dichos, es necesaria la cirugía con resecciones más amplias.
Las cirugías se realizan bajo anestesia plexica, con el paciente despierto, o bajo anestesia general en función de la localización, el tamaño y el tipo de tumor.
La estancia media en el hospital varía desde unos días, como en el caso de los tumores benignos en determinadas localizaciones, hasta más de una semana, como en el caso de algunos tumores benignos en localizaciones más delicadas o para los tumores malignos.
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