La cirugía laparoscópica del cáncer de riñón y las últimas tecnologías

El cáncer de riñón tiene un pico de aparición en torno a los 60 años, aunque cada vez es más frecuente observarlo en personas de 40 y 50 años.

"Esto se debe en parte a la mejora de las técnicas de diagnóstico y a la aplicación cada vez más extendida de la ecografía, que permite detectar el cáncer de riñón en una fase temprana y en pacientes asintomáticos, a menudo como un hallazgo ocasional durante una exploración del abdomen realizada por otros motivos", subraya el especialista. 

El cáncer de riñón suele ser asintomático.

"Sólo en una fase avanzada se manifiestan los síntomas típicos de la enfermedad, a saber:

• masa palpable en el abdomen;
• sangre y coágulos en la orina;
• dolor localizado en la parte baja de la espalda". 

También hay otros síntomas inespecíficos que pueden aparecer en el caso del cáncer de riñón, como por ejemplo:

• pérdida de peso;
• fatiga marcada;
• fiebre;
• anemia;
• hipertensión;
• hipercalcemia (estado de aumento del calcio en la sangre).

Existen distintos tipos del cáncer de riñón:

• adenocarcinoma: se origina en las células que recubren los túbulos internos del órgano, encargados de filtrar la sangre para eliminar las sustancias tóxicas y los desechos producidos por el organismo;
• sarcoma: más raro, se origina en diferentes tejidos, por ejemplo, en la cápsula que rodea al riñón;
• nefroblastoma: el cáncer de riñón más frecuente en la infancia.

El principal factor de riesgo para la aparición del cáncer de riñón, al igual que para otras formas de enfermedades cancerígenas, es el hábito de fumar cigarrillos.

"Otros factores de riesgo son:

• sobrepeso;
• exposición prolongada a determinados metales y sustancias, como el plomo, el cadmio, la fenacetina y el torio. 

También hay formas raras de cáncer de riñón en el contexto de síndromes genéticos, sobre todo el síndrome de Von Recklinghausen", señala el especialista.

La ecografía y la TAC son las investigaciones que normalmente se utilizan para diagnosticar este tipo de tumor.

"La TAC (Tomografía Axial Computarizada), en particular, además de ayudar a definir la naturaleza benigna o maligna de la masa, proporciona información sobre la extensión local del tumor y sobre la presencia y localización de cualquier metástasis que se origina principalmente en el pulmón, el hígado, los huesos, más raramente en las suprarrenales, otros riñones, el cerebro, el bazo, el intestino y la piel.

La resonancia magnética, en cambio, tiene un papel muy limitado en este campo, y es útil en pacientes alérgicos al medio de contraste y para definir aspectos diagnósticos particulares en casos seleccionados", explica el Dr. Piccinelli.

La terapia del cáncer de riñón está representada exclusivamente por la cirugía, que desempeña un papel fundamental, tanto en las formas localizadas como en las localmente avanzadas y metastásicas del cáncer. "En este último caso, tras la extirpación del riñón, el paciente es sometido a terapias farmacológicas muy eficaces hoy en día, algunas de las cuales tienen como objetivo activar el sistema inmunitario del paciente contra el cáncer", subraya el doctor Piccinelli.

Por lo general, la cirugía consiste en la extirpación completa del riñón enfermo, la llamada nefrectomía radical. Sin embargo, en algunos casos, cuando el tumor es periférico y no supera los 4 cm de diámetro, es posible extirpar sólo la parte enferma del órgano, en cuyo caso se habla de nefrectomía parcial.

"En ambos casos, la cirugía tradicional, conocida como "cirugía abierta", implica grandes incisiones en la piel, lo que conlleva dolor postoperatorio, hospitalización prolongada y una lenta y gradual reanudación de la vida social y laboral.

Sin embargo, hoy en día la nefrectomía puede realizarse por vía laparoscópica, es decir, con una técnica mínimamente invasiva, accediendo a la cavidad abdominal a través de tres pequeños orificios por los que, con instrumentos especiales que incluyen una cámara miniaturizada conocida como laparoscopio, se realiza la cirugía".

Ventajas de la cirugía laparoscópica

Esta técnica garantiza los mismos resultados en términos de eficacia oncológica, tal y como documentan numerosas publicaciones científicas, y tiene indudables ventajas para el paciente: 

• reducción marcada del dolor postoperatorio;
• reanudación rápida de la actividad física, incluido el deporte, y del trabajo en un tiempo mucho más corto;
• ausencia de cicatrices abdominales. 

Por estas razones, la cirugía laparoscópica de los tumores renales representa la primera opción terapéutica para el tratamiento de esta neoplasia, como también indican las directrices de la sociedad científica europea de urología, la European association of Urology", continúa el Dr. Piccinelli.

La primera extirpación laparoscópica de un riñón fue realizada en 1991 por el cirujano estadounidense Klaiman. Desde entonces, esta técnica quirúrgica mínimamente invasiva se ha extendido hasta convertirse en rutina en los principales centros urológicos y se ha implementado con nuevos instrumentos que utilizan energías ultrasónicas y de radiofrecuencia.

"Recientemente se han introducido dos nuevas tecnologías:

• Cámaras intraoperatorias miniaturizadas en 3D que proporcionan una visión tridimensional del campo quirúrgico;
• Near-infrared fluorescence mediante el verde de indocianina, un tinte fluorescente que se administra al paciente durante la cirugía y se visualiza a nivel del riñón, y que funciona dentro del abdomen como un trazador que guía al cirujano durante la operación. 

Cuando se utilizan conjuntamente, estas 2 tecnologías permiten obtener una topografía precisa de la vasculatura renal y de los márgenes del tumor, lo que permite al cirujano ser más preciso, radical y con menos complicaciones.

Gracias a estas innovaciones tecnológicas, ahora es posible tratar con técnicas videolaparoscópicas incluso tumores renales para los que antes era preferible el uso del robot quirúrgico", concluye el Dr. Piccinelli.