Incontinencia urinaria
¿Qué es?
La incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina, objetivamente demostrable y de una magnitud que constituye un problema higiénico y social. Los factores de riesgo potenciales son: edad, embarazo, parto vaginal, menopausia, histerectomía y obesidad.
Se clasifica en 3 tipos diferentes:
Incontinencia de esfuerzo: pérdida de orina en situaciones de estrés (toser, reír, caminar). Representa el 50% de la incontinencia femenina, un porcentaje que disminuye con el aumento de la edad. Se debe a un defecto anatómico en el suelo pélvico que conduce a una reducción del soporte y a un deterioro de la función de las estructuras de la continencia.
Incontinencia de urgencia: pérdida de orina asociada a una fuerte necesidad de orinar que no se puede controlar. Se produce predominantemente en la vejez y está causada por la hiperactividad de la vejiga, es decir, una contracción desorganizada del músculo de la vejiga.
Incontinencia mixta: una combinación de incontinencia de esfuerzo e incontinencia de urgencia. Se debe a la concomitancia de un defecto anatómico, hipersensibilidad e hiperactividad de la pared muscular de la vejiga.
¿Cuáles son los síntomas?
El síntoma de incontinencia es un signo de un fallo del suelo pélvico que no limita su efecto a la vejiga y la uretra, sino que afecta a todo el periné y su soporte, creando trastornos relacionados con el descenso del recto y, en las mujeres, del útero. Como se ha mencionado anteriormente, el principal síntoma de la incontinencia urinaria es la pérdida involuntaria de orina con repercusiones en la calidad de vida del paciente. Dependiendo de la gravedad de la afección, ésta puede ir acompañada de infección o irritación de las vías genitales y urinarias.
¿Cómo se diagnostica?
La recopilación de los antecedentes anamnésicos del paciente es importante para diferenciar el tipo de incontinencia y su gravedad. La gravedad de esta afección puede medirse mediante la elaboración de un diario urinario en el que el paciente registra los episodios diarios de incontinencia y las sensaciones asociadas a ellos. La prueba del pañal también es útil para este fin, ya que permite evaluar la cantidad de orina perdida durante un periodo de tiempo. La exploración objetiva acompañada de la prueba de esfuerzo permite al clínico objetivar las pérdidas de orina durante la tos o el esfuerzo y también es útil para evaluar su gravedad. Durante el examen también es posible evaluar, mediante la introducción de un hisopo en la uretra, la hipermovilidad de ésta, que suele ser una de las causas de la incontinencia de esfuerzo. También hay exámenes instrumentales que se pueden realizar para estudiar y caracterizar el tipo de incontinencia, como el examen neurológico y el examen urodinámico. El examen urodinámico es una exploración en tres fases que permite estudiar la actividad del músculo de la vejiga durante su llenado y vaciado y permite caracterizar el tipo y la gravedad de la incontinencia para tratarla de la forma más adecuada.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Tratamiento conservador: se aplica en ambos sexos. Consiste en una rehabilitación del suelo pélvico que incluye sesiones de electroestimulación y gimnasia. Con la ayuda del terapeuta, se aprenden ejercicios que se pueden repetir en casa. El porcentaje de beneficio varía entre el 30 y el 70%. Si no se produce ninguna mejora después de 3-6 meses de terapia, deben seguirse otros métodos.
Terapia farmacológica: se utiliza principalmente para tratar la urgencia urinaria y la incontinencia asociada. El fármaco de elección es el anticolinérgico, que ahora está disponible en el tipo de absorción lenta que es más tolerable debido a los menores efectos secundarios (sequedad de boca), presentes en el 25% de los pacientes tratados frente al 46% del anticolinérgico de absorción rápida. El papel de los fármacos en la incontinencia de esfuerzo es secundario y en las mujeres se limita al uso de estrógenos por vía tópica o, más raramente, por vía sistémica.
Tratamiento quirúrgico: representa el tratamiento por excelencia en la incontinencia de esfuerzo y en la incontinencia por deficiencia del esfínter uretral. Las técnicas son numerosas y deben adaptarse a la situación anatómica del paciente.
Además de la cirugía tradicional, existen:
- Métodos laparoscópicos mínimamente invasivos, como la colocación de benderelas de prolene bajo la uretra o la cinta vaginal sin tensión (TVT);
- Inyecciones periuretrales de sustancias como el colágeno y la silicona en los déficits de los esfínteres masculinos y femeninos;
- Implantación de esfínteres artificiales en casos graves;
- Neuromodulación: adecuada para el tratamiento del síndrome de frecuencia de urgencia y de la incontinencia de urgencia. Consiste, tras una prueba previa, en la colocación de un neuroestimulador definitivo de los nervios sacros que modula la actividad del detrusor de forma que se reduzcan las contracciones y los síntomas
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