Prolapso genital
¿Qué es?
El prolapso genital es una patología que suele afectar a varios compartimentos, pudiendo afectar a la vejiga o a la pared anterior de la vagina, al útero y al recto o a la pared vaginal posterior. La forma más frecuente es el prolapso del útero y de la pared vaginal anterior o de la vejiga. Alrededor del 13% de las mujeres que llegan a los 80 años habrán necesitado una intervención quirúrgica para corregir un prolapso y alrededor del 50% de las mujeres que han dado a luz pueden tener un prolapso genital
¿Cuáles son los síntomas?
El prolapso genital, al ser una patología multicompartimental, suele presentar varios síntomas asociados que tienen un gran impacto social, sexual y, por tanto, psicológico en la paciente. Los síntomas se dividen en dos tipos: síntomas relacionados con la presencia del prolapso en sí y síntomas relacionados con la afectación de los órganos prolapsados. Así, los síntomas relacionados con el prolapso en sí son:
- sensación de que algo sale de la vagina;
- sensación de presión o peso vaginal
Los síntomas relacionados con el deterioro de los órganos prolapsados dependen del órgano prolapsado:
- incontinencia urinaria de esfuerzo o IUS (fases iniciales)
- dificultad para vaciar la vejiga (fases avanzadas)
- sensación de vaciado incompleto de la vejiga
- enuresis
- incontinencia urinaria durante las relaciones sexuales
- estreñimiento
- urgencia fecal
- incontinencia fecal
- sensación de evacuación incompleta
- necesidad de ayudar a evacuar con acupresión
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico del prolapso genital se realiza mediante un examen ginecológico-proctológico. En una posición litotómica y ortostática típica, se puede apreciar el descenso de la pared vaginal anterior y/o del útero y/o de la pared vaginal posterior con la ayuda del espéculo, pidiéndole además a la paciente que tosa. Para completar el procedimiento, la ecografía transvaginal es importante para obtener información sobre las características anatómicas del útero y los ovarios.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Se supone que la cirugía sólo es obligatoria cuando hay síntomas. La terapia del prolapso puede dividirse en médica y quirúrgica. La médica es cuestionable en los primeros estadios (I y II) y consiste en la rehabilitación del suelo pélvico, que puede llevarse a cabo con ejercicios que el paciente puede realizar en casa o con la ayuda de personal especializado en rehabilitación del suelo pélvico. En este último caso, se pueden combinar terapias instrumentales como la electroestimulación, por ejemplo. El pesario es otra ayuda. El pesario es un anillo de silicona que, una vez introducido en la vagina, sujeta el útero, creando fricción con las paredes vaginales. En cuanto a la terapia quirúrgica, en la actualidad existen dos tipos de cirugía: las de vía vaginal o fascial que reconstruyen los planos utilizando los mismos tejidos de la propia paciente con un 30% de riesgo de recidiva; las laparoscópicas o asistidas por robot que corrigen el prolapso mediante el uso de mallas, actualmente titanizadas, que reducen los efectos secundarios y garantizan si se fijan correctamente una larga vida útil. Precisamente, en las dos primeras etapas, la terapia de rehabilitación es muy recomendable. En los estadios más avanzados, la técnica quirúrgica debe elegirse en función del compartimento prolapsado, del estadio del compartimento prolapsado, del aumento de los síntomas que la paciente haya comunicado, de la edad de la paciente, de si desea conservar el útero o no, etc.
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