Asma alérgica
¿Qué es?
El asma es una enfermedad inflamatoria del árbol bronquial que afecta al 5% de los habitantes de los países occidentales y que se caracteriza por crisis de tos y broncoespasmos que provocan dificultades respiratorias de diversa gravedad. La evaluación del tipo de asma (intermitente o persistente, aguda o crónica) y del grado de gravedad se basa en directrices propuestas por sociedades científicas internacionales y reconocidas universalmente (véase la versión italiana de las Directrices de Libra), que permiten un marco diagnóstico uniforme y un tratamiento óptimo.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas característicos del asma bronquial alérgica son:
- ataques de tos (generalmente secos o con poca flema)
- opresión en el pecho;
- dificultad para respirar con ruidos (silbidos y gemidos), especialmente en la fase espiratoria;
- dificultad con la actividad física y, en las formas más graves, hay dificultad con el habla y la risa.
¿Cómo se diagnostica?
El diagnóstico es posible mediante:
1. pruebas de función respiratoria para evaluar el grado de obstrucción bronquial y su reversibilidad;
2. pruebas de alergia cutánea (PRICK);
3. pruebas serológicas (investigación de IgE específica) para reconocer el alérgeno responsable
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Para el tratamiento del asma, al igual que para la rinitis, que en la mayoría de los casos se asocia al asma e influye en su gravedad, las estrategias terapéuticas se recogen en las citadas Directrices, a las que cada médico debe remitirse, teniendo en cuenta las peculiaridades de cada paciente y su cumplimiento. De hecho, es de importancia fundamental establecer una estrecha relación médico-paciente para obtener un adecuado conocimiento de las causas de la enfermedad, la percepción de su gravedad y los resultados esperados con los fármacos prescritos, si se utilizan correctamente.
Los puntos clave en el marco de la terapia son:
- identificación y eliminación del alérgeno responsable (si es posible);
- prescripción de los fármacos de síntesis: broncodilatadores y corticoides inhalados o de administración sistémica, según la gravedad del cuadro clínico, antileucotrienos, cromonas, etc. Los programas de tratamiento y la dosificación deben referirse a las Directrices mencionadas;
- prescripción de inmunoterapia específica con extractos alergénicos (STI o terapia desensibilizante): es la única terapia que puede actuar en el origen de la enfermedad alérgica, modulando progresivamente la respuesta del sistema inmunitario que, en los sujetos alérgicos, reacciona de forma errónea ante sustancias (alérgenos), como pólenes, ácaros del polvo, mohos, epitelios de animales, habitualmente presentes en el ambiente e inofensivos para los sujetos sanos. Se ha demostrado en numerosos estudios clínicos que la inmunoterapia específica puede reducir el consumo de medicamentos y el riesgo de desarrollar asma, mejorando significativamente la calidad de vida de los pacientes;
- identificación y tratamiento de las comorbilidades (por ejemplo, rinitis y rinosinusitis, obesidad, etc.) que pueden agravar el asma.
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