Enfermedad renal crónica
¿Qué es?
La enfermedad renal crónica (ERC) se define como una condición patológica caracterizada por una reducción persistente de la tasa de filtración glomerular (TFG) que impide que la sangre se limpie de toxinas y sustancias metabólicas de desecho. Por lo tanto, provoca alteraciones en la concentración sanguínea de electrolitos y metabolitos. Para que esta afección se defina como crónica, a diferencia del daño renal agudo, debe haber sido persistente durante al menos 3-6 meses. A partir de los valores de FG estimados con fórmulas basadas en la creatinemia y la presencia de otros marcadores de daño renal (proteinuria, albuminuria, hematuria), es posible distinguir cinco estadios de CRM. La enfermedad renal crónica es actualmente un importante problema de salud pública, dado el notable aumento de su prevalencia en las últimas décadas en todo el mundo. Las tasas de prevalencia varían según los países entre el 5 y el 13%. En Italia, en particular, se estima que la enfermedad renal crónica afecta al 7% de la población. Las causas principales de la ERC son principalmente las enfermedades asociadas al daño vascular (hipertensión, diabetes), seguidas de las enfermedades glomerulares primarias o secundarias, el riñón poliquístico y las enfermedades túbulo-intersticiales.
¿Cuáles son los síntomas?
La reducción de la TFG y el aumento de los valores de albuminuria se asocian a un aumento progresivo del riesgo de eventos cardiovasculares y de mortalidad, pero las manifestaciones clínicas dependen del grado de deterioro de la función renal. Por regla general, con la excepción de la insuficiencia renal avanzada predialítica, la CRM no se caracteriza por síntomas evidentes, aunque puede haber hipertensión, edema de las extremidades inferiores y anemia. Los malos síntomas clínicos explican, por desgracia, la subestimación generalizada de la enfermedad renal crónica y el reconocimiento tardío de los pacientes con enfermedad renal. En fases avanzadas de la enfermedad, el paciente puede mostrar signos y síntomas que pueden orientar la sospecha diagnóstica: picor, falta de apetito, náuseas, vómitos, calambres musculares, astenia, insomnio. Sin embargo, las manifestaciones más alarmantes de la fase urémica son la sobrecarga de volumen con el consiguiente aumento de peso, edema, congestión pulmonar, disnea, hipertensión, hiperpotasemia, confusión.
- edema
- hipertensión
- disnea
- calambres
¿Cómo se diagnostica?
La evaluación de la función renal debe realizarse siempre en sujetos con factores de riesgo de CRM como edad avanzada, antecedentes familiares de enfermedad renal, hipertensión arterial, diabetes, eventos cardiovasculares previos, obesidad, dislipidemia, síndrome metabólico. Hay que recordar que la determinación de la TFG y la búsqueda de albuminuria son dos indicadores fundamentales de la función renal y, al ser de bajo coste, pueden ser fácilmente evaluados en la población general para la identificación precoz de la CRM. El descenso gradual de la TFG es oligosintomático incluso en pacientes con IRC moderada o avanzada. A menudo, el paciente acude a observación porque, durante los exámenes rutinarios, ha mostrado cambios en los valores de creatinemia y azotemia o hallazgos en el examen de orina de proteinuria y/o hematuria. El examen ultrasonográfico en la ERC puede mostrar riñones pequeños con mala diferenciación de corticoides.
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¿Cómo se trata?
El tratamiento de la ERC y sus complicaciones implica un enfoque integrado entre la terapia farmacológica, las modificaciones del estilo de vida y la terapia nutricional con el objetivo de ralentizar la progresión. La hipertensión arterial es una de las causas principales de la progresión del daño renal: el tratamiento de primera elección para controlar la presión arterial en pacientes proteinúricos son los inhibidores del eje renina-angiotensina-aldosterona combinados con una dieta baja en sodio. El tratamiento de la ERC consiste en vigilar y corregir unas posibles discrasias electrolíticas (potasio, sodio, fosfato, calcio, equilibrio ácido-base), tratar la anemia con los distintos tipos de eritropoyetina recombinante disponibles en el mercado y tratar la hiperuricemia y el hiperparatiroidismo. La ERC, a pesar de estas medidas, puede agravarse hasta el punto de que la función renal residual se reduzca tanto que ya no garantice una eliminación adecuada de las moléculas y mantenga la homeostasis hídrica y electrolítica del paciente. En estos casos, la supervivencia del paciente sólo puede garantizarse mediante diálisis o trasplante renal.
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