Espondilitis anquilosante (EA)
¿Qué es?
Es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta principalmente la columna vertebral y las articulaciones sacroilíacas de la pelvis.
Puede variar desde una forma leve hasta una enfermedad crónica progresiva, que conduce a la rigidez, la pérdida de función y la deformidad de la columna vertebral.
Causas y factores de riesgo
Se calcula que aproximadamente 130 de cada 100.000 personas están afectadas por la espondilitis anquilosante. Afecta sobre todo a individuos jóvenes y el sexo masculino se ve afectado con una frecuencia de nueve veces más.
La causa de la enfermedad sigue siendo desconocida. Existe una predisposición genética y está asociada al antígeno de histocompatibilidad HLA B27 en más del 95% de los casos.
¿Cuáles son los síntomas?
Suele presentarse con dolor en la región lumbosacra de aparición lenta. Son frecuentes las localizaciones en las caderas y los hombros, así como las enteropatías (inflamación de los puntos de unión de los tendones en el hueso).
Las manifestaciones extrarticulares más comunes son:
- uveítis anterior;
- insuficiencia aórtica;
- síndrome de cauda equina.
La pérdida de flexibilidad de la columna lumbar es un evento temprano. Posteriormente, la enfermedad también puede afectar al cuello y al tronco. Los episodios artríticos se producen en los hombros, las caderas y los pies (espinas calcáneas).
En algunos casos, la espondilitis está asociada a una enfermedad inflamatoria intestinal.
Es importante iniciar el tratamiento antes de que se produzcan deformidades y rigideces permanentes. Por desgracia, a menudo no es así, ya que la enfermedad se confunde fácilmente con la ciática o el lumbago.
¿Cómo se diagnostica?
Los exámenes hematoquímicos pueden demostrar una VSG elevada, anemia y positividad del marcador HLA-B27. Las investigaciones radiográficas también pueden mostrar calcificaciones de los ligamentos intervertebrales características de la enfermedad.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Los fármacos de primer uso son los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), que, sin embargo, no cambian el curso de la enfermedad, sino que sólo tienen efecto sobre los síntomas.
De los fármacos de fondo, la sulfasalazina es el más utilizado. Más recientemente, se dispone de fármacos biológicos, como los inhibidores del TNF (Tumor Necrosis Factor), que son mucho más eficaces para controlar el dolor y parecen poder interferir en la evolución hacia la anquilosis.
La fisioterapia es una ayuda terapéutica fundamental para mejorar la postura y recuperar la motilidad normal.
La gimnasia respiratoria también es importante, ya que la enfermedad puede provocar un síndrome restrictivo grave. Los pacientes deben dejar de fumar.
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