Hepatitis crónica
¿Qué es?
Son enfermedades del hígado caracterizadas por una inflamación crónica y niveles plasmáticos elevados de transaminasas (enzimas de las células del hígado).
Están causadas por la infección crónica por los virus de la hepatitis B o C, tras una hepatitis aguda no curada. En casos más raros, pueden tener un origen autoinmune o acompañar a enfermedades autoinmunes (por ejemplo, lupus eritematoso sistémico) o ser inducidas por fármacos. La inflamación crónica puede desarrollar una cirrosis hepática; el tiempo necesario para que se produzca este proceso es variable, dependiendo del grado de actividad inflamatoria presente. Si la actividad inflamatoria es mínima o está ausente, la evolución hacia la cirrosis nunca se producirá; si la actividad inflamatoria está presente, la velocidad de evolución dependerá del grado de inflamación.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas están ausentes en la mayoría de los casos. Cuando está presente, los síntomas más frecuentes son astenia y fatiga fácil, malestar general, falta de apetito, náuseas, dolores articulares y pérdida de peso.
El hallazgo de la enfermedad es a menudo totalmente casual, durante las pruebas de laboratorio realizadas quizás por una razón totalmente diferente. De hecho, la hepatitis aguda, especialmente en el caso de la hepatitis C, suele progresar sin causar ningún síntoma. La hepatitis crónica también es asintomática.
¿Cómo se diagnostica?
Hay un aumento de los valores de algunas pruebas de función hepática (transaminasas, gamma-gt) y las pruebas de laboratorio muestran positividad de los llamados marcadores de hepatitis B o C. La ecografía del hígado está en su mayoría dentro de los límites normales. El diagnóstico se confirma mediante una biopsia de hígado.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Las terapias disponibles (interferón o, en el caso de la hepatitis C, interferón más ribavirina) sólo son capaces de curar a un porcentaje de pacientes con hepatitis crónica activa, pero un intento terapéutico, si no hay contraindicaciones, es siempre imprescindible para intentar evitar o frenar la evolución de la enfermedad hacia la cirrosis hepática. En presencia de una hepatitis autoinmune, la única terapia eficaz será la cortisona. No existen otras terapias eficaces.
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