Neoplasias mieloproliferativas
¿Qué es?
Las neoplasias mieloproliferativas (NMP), antes denominadas enfermedades mieloproliferativas, son un grupo de trastornos de la médula ósea caracterizados por la proliferación anormal y neoplásica de células del linaje mieloide, las precursoras de los glóbulos blancos que residen en la médula ósea. Cuando estas células empiezan a multiplicarse de forma descontrolada, invaden la médula ósea y dificultan la producción de células sanguíneas sanas; a veces esto también ocurre en el hígado y el bazo. Cada neoplasia mieloproliferativa se identifica según sus características predominantes en la médula ósea y la sangre.
Las neoplasias mieloproliferativas se diferencian por la presencia o ausencia del cromosoma Filadelfia (anomalía de los cromosomas 9 y 22).
Las neoplasias mieloproliferativas con cromosoma Filadelfia positivo incluyen:
- leucemia mieloide crónica (LMC): esta enfermedad también se conoce como neoplasia mieloproliferativa Filadelfia-positiva, ya que se caracteriza en casi todos los casos por el cromosoma Filadelfia. Se caracteriza por la proliferación excesiva de granulocitos. Los glóbulos blancos de estos pacientes son numéricamente excesivos y a menudo incapaces de defenderse de las infecciones.
Las neoplasias mieloproliferativas con Filadelfia negativo incluyen:
- policitemia rubra vera (también conocida como enfermedad de Osler-Vaquez o enfermedad de Di-Guglielmo, PV): la proliferación incontrolada afecta predominantemente a los glóbulos rojos, y se manifiesta por un aumento excesivo de los valores de hematocrito y hemoglobina, lo que provoca un mayor riesgo de desarrollar eventos vasculares (predominantemente trombóticos);
- trombocitopenia esencial (TE): la proliferación incontrolada afecta predominantemente a las plaquetas, lo que da lugar a un aumento del riesgo de desarrollar eventos vasculares (predominantemente trombóticos);
- mielofibrosis primaria (MF): defecto en la producción de glóbulos blancos y plaquetas con aparición de zonas de fibrosis de la médula ósea, frecuentemente asociado a un aumento del volumen del bazo;
También existen formas raras de neoplasias mieloproliferativas con Filadelfia negativo denominadas síndromes hipereosinofílicos y leucemia neutrofílica crónica caracterizadas por una producción excesiva de eosinófilos o neutrófilos, respectivamente. La mastocitosis sistémica (MS) también forma parte de la categoría de los MPN. Cada una de estas enfermedades tiene el potencial de evolucionar hacia una leucemia aguda, pero las tasas de riesgo varían mucho en función del tipo y las características de la patología subyacente.
Causas y factores de riesgo
Se desconocen las causas de la aparición de las neoplasias mieloproliferativas y no se han identificado factores de riesgo evitables. Sin embargo, pueden aumentar la probabilidad de desarrollar la enfermedad:
- edad avanzada;
- exposición a radiaciones;
- exposición a productos petroquímicos como el benceno y el tolueno.
¿Cuáles son los síntomas?
Las NMP no suelen presentar síntomas tempranos, lo que puede dificultar el diagnóstico. Los síntomas son bastante vagos y heterogéneos y no son indicativos de la enfermedad. En algunos casos, los pacientes son completamente asintomáticos. Los síntomas pueden incluir:
- astenia progresiva (cansancio);
- disnea (sensación de falta de aire);
- fiebre e infecciones recurrentes;
- pérdida significativa de peso en poco tiempo;
- sudores nocturnos profusos;
- dolor abdominal; dificultad durante la digestión; congestión postprandial precoz; bazo agrandado;
- hemorragias en casos de recuento reducido de plaquetas;
- prurito sistémico (en casos de PV suele producirse al contacto con el agua, acuagénico);
- somnolencia;
- cefalea;
- manifestaciones vasculares: enrojecimiento de la piel asociado a dolor (predominantemente en la cara en PV), trombosis venosa superficial o profunda también en localizaciones atípicas (abdominal y cerebral), trombosis arterial (infarto de miocardio e ictus cerebral).
¿Cómo se diagnostica?
Si se sospecha una neoplasia mieloproliferativa, se realizará un reconocimiento médico y una entrevista. A continuación se prescribirán análisis de sangre y pruebas instrumentales en profundidad:
- análisis de sangre: los análisis de sangre incluyen hemograma, frotis de sangre periférica con recuento óptico de la fórmula leucocitaria, estado del hierro corporal y vitaminas utilizadas por la médula (vitamina B12, vitamina B6, ácido fólico), dosificación de eritropoyetina. En particular, se requiere un análisis molecular de ciertas mutaciones específicas (BCR-ABL, Jak2 V617F, Jak2 exón 12, MPL, CALR, c-KIT) que se sabe están relacionadas con los distintos tipos de neoplasia mieloproliferativa;
- mieloaspirado y biopsia de médula ósea: mediante una aguja larga conectada a una jeringa, el médico aspira una pequeña cantidad de médula ósea y un fragmento de hueso para examinarlos al microscopio y determinar y cuantificar las células cancerosas. Este examen es esencial para el diagnóstico y también proporciona información genética y molecular sobre el tipo de neoplasia mieloproliferativa;
- exploraciones instrumentales como la ecografía abdominal para evaluar el tamaño del hígado y el bazo. Si el especialista desea descartar fenómenos trombóticos, puede proponer la realización de resonancias magnéticas o tomografías computarizadas de determinadas zonas del cuerpo.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
El tratamiento de la neoplasia mieloproliferativa depende del tipo de enfermedad y es discutido y propuesto por los especialistas sobre la base de una evaluación global que tiene en cuenta varios factores, entre ellos el tipo y la biología de la enfermedad, la edad del paciente y su estado general de salud. El tratamiento se lleva a cabo principalmente en un ambulatorio especializado, y sólo en casos especiales en hospital de día y/o sala de hospitalización. Se siguen las directrices internacionales y se utilizan fármacos estándar reconocidos oficialmente, por ejemplo, inhibidores de la tirosina cinasa (ITC) para la LMC, oncocarbida, interferón (IFN), inhibidores de JAK2 en los MPN Filadelfia negativos. Se realiza una monitorización adecuada de la respuesta molecular según la norma reconocida, y a los pacientes diagnosticados de LMC que cumplen los criterios exigidos por las directrices se les ofrece la interrupción del tratamiento. En casos seleccionados, se proponen protocolos con nuevos fármacos si son potencialmente beneficiosos para el paciente. En caso de falta de respuesta a la terapia estándar y/o evolución clonal de la enfermedad, se plantean programas de tratamiento intensivo, que también pueden incluir el trasplante de médula ósea.
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