Linfoma folicular
¿Qué es?
El linfoma folicular es un tumor maligno, subdividido en grados histológicos (I, II, IIIa y IIIb), que se caracteriza por la presencia de linfocitos patológicos procedentes de las células del centro folicular de los ganglios linfáticos.
Causas y factores de riesgo
El linfoma folicular representa el segundo linfoma más frecuente en los países occidentales y el 30-35% de todos los linfomas no Hodgkin (Grado I 20-25%, Grado II 5-10%. Grado III 5%). Puede presentarse en la tercera y cuarta décadas, pero la edad media se sitúa en torno a los 60 años, con una prevalencia en el sexo masculino.
Las causas y los factores de riesgo no están claros. Las posibles causas etiológicas pueden atribuirse a factores ambientales conocidos, como la exposición a radiaciones ionizantes o a agentes químicos o medicamentos.
La acumulación de linfocitos en la médula ósea puede ser responsable del descenso de la hemoglobina y las plaquetas, mientras que la acumulación en los ganglios linfáticos, el bazo y el hígado provoca el aumento de tamaño de estos órganos.
¿Cuáles son los síntomas?
Muy a menudo el diagnóstico está ligado a la aparición de las siguientes manifestaciones clínicas:
- aumento de tamaño de los ganglios linfáticos superficiales y profundos;
- aumento del tamaño del bazo (esplenomegalia) y del hígado (hepatomegalia);
- afectación de la médula ósea;
- localización de linfocitos patológicos en varios órganos.
En cualquier momento de la enfermedad, los pacientes también pueden presentar:
- pérdida inexplicable de peso (>10% en los últimos 6 meses)
- sudores nocturnos;
- fiebre superior a 38°C (durante 2 semanas en ausencia de infección);
- infecciones recurrentes.
Ocasionalmente y de forma poco frecuente en las pruebas de laboratorio puede presentarse un aumento de los linfocitos circulantes (fase leucémica de la enfermedad).
¿Cómo se diagnostica?
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
Los pacientes asintomáticos que presentan un aumento estable del tamaño de los ganglios linfáticos a lo largo del tiempo y sin descenso de la hemoglobina y las plaquetas no reciben tratamiento inmediato, sino que requieren controles periódicos ambulatorios, incluso durante años. Cuando los pacientes presentan síntomas (ya sea en el momento del diagnóstico o en las revisiones posteriores) (por ejemplo, aparición de síntomas generales, anemia, trombocitopenia, linfadenopatía masiva, aumento del tamaño del bazo, etc.), debe iniciarse el tratamiento, que consiste en un enfoque tanto radioterápico como farmacológico con quimioterapia e inmunoterapia (anticuerpos monoclonales). Los fármacos utilizados (solos o en combinación) dependen principalmente de la edad de los pacientes. En caso de enfermedad muy agresiva (grado IIIb) o de recurrencia de la enfermedad, se puede considerar la radioinmunoterapia hasta el trasplante de células madre (autólogo o de un donante compatible).
Procedimientos sugeridos
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