Hipertensión arterial
¿Qué es?
La hipertensión arterial se caracteriza por una presión arterial elevada en los vasos sanguíneos, que viene determinada por la cantidad de sangre que bombea el corazón y la resistencia de las arterias al flujo sanguíneo. La presión arterial aumenta con la edad y disminuye durante el embarazo. Los factores que provocan la hipertensión son el estrés, el tabaquismo, el sobrepeso, los anticonceptivos orales, el regaliz y una dieta rica en sal.
En el 5% de los hipertensos, el aumento de la presión arterial se debe a enfermedades específicas de ciertos órganos, como tiroides, glándulas suprarrenales, riñones o corazón.
En cambio, en el 95% restante de los pacientes, a pesar de las investigaciones sofisticadas, no es posible encontrar la razón por la que aumenta la presión arterial. En este caso se habla de hipertensión arterial esencial o primaria. Se trata de una enfermedad muy común que cada vez es más frecuente a medida que aumenta la vida media. Se estima que hoy en día alrededor del 30% de la población adulta puede tener este problema.
En los últimos años se han identificado muchos genes implicados en el control de la presión arterial, lo que ha llevado a considerar esta enfermedad como familiar.
La hipertensión esencial es, por tanto, una enfermedad multifactorial causada por factores genéticos predisponentes y factores ambientales desencadenantes.
¿Cuáles son los síntomas?
La hipertensión no suele ir acompañada de la aparición de síntomas, sobre todo si el aumento de la presión arterial se produce de forma gradual: en este caso, el organismo se acostumbra poco a poco a valores de presión arterial cada vez más altos sin enviar ninguna señal al paciente. Por ello, muchas personas con hipertensión no se quejan de los síntomas, incluso cuando su presión arterial es muy alta. Sin embargo, en algunos casos, el paciente puede presentar síntomas inespecíficos que tienden a ser subestimados o ignorados por el paciente, tales como: dolores de cabeza, mareos, acúfenos (zumbidos en los oídos), cambios visuales (presencia de puntos luminiscentes delante de los ojos, visión borrosa). La escasez de síntomas y su inespecificidad son la razón principal por la que el paciente a menudo no se da cuenta de que tiene hipertensión. Por estos motivos, es fundamental controlar la presión arterial periódicamente, ya que el diagnóstico precoz es esencial para prevenir los daños asociados a ella. En cambio, el impacto de las complicaciones de la hipertensión, que se desarrollan años después y que incluyen la insuficiencia cardíaca, el accidente cerebrovascular, el infarto de miocardio, la cardiopatía isquémica y la insuficiencia renal crónica, que son expresiones del daño vascular hipertensivo, es diferente.
- dolor de cabeza
- tinnitus
- ictus
- cardiopatía isquémica
¿Cómo se diagnostica?
El método más sencillo y eficaz para diagnosticar la hipertensión arterial es medir la presión arterial regularmente. En el momento del diagnóstico, es fundamental caracterizar al máximo al paciente hipertenso para personalizar la terapia y obtener así los mejores resultados, también en cuanto a la reducción de las complicaciones. Para ello, los exámenes de segundo nivel que pueden realizarse son la prueba dietética de sensibilidad al sodio y la monitorización de la presión arterial durante 24 horas. Hoy en día también es posible analizar paneles de genes que se han asociado a la hipertensión.
Exámenes sugeridos
¿Cómo se trata?
El primer paso en el tratamiento de la hipertensión arterial es cambiar el estilo de vida del paciente, lo que requiere una actividad física moderada y constante, el control del peso corporal, una dieta baja en sal, abstenerse de fumar y limitar el consumo de alcohol. Estas modificaciones sencillas del estilo de vida pueden ser suficientes para controlar la presión arterial en los casos de aumentos leves. Sin embargo, si esto no es suficiente, debe emprenderse una terapia farmacológica. Los fármacos que pueden utilizarse tienen diferentes mecanismos de acción, y la elección del antihipertensivo se realiza en función de factores como los antecedentes del paciente, la edad del mismo, la presencia de otras patologías asociadas y la tolerabilidad individual de cada fármaco. Actualmente se está estudiando la personalización del tratamiento antihipertensivo, que se basa en la información genética y fenotípica que se obtiene en cada paciente.
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