Artrórisis seno-tarsiana
¿Qué es?
La operación de artrórisis seno-tarsiana consiste en la introducción de un tornillo cónico truncado (endortesis) por vía percutánea en el seno del tarso. El tornillo tiene una función propioceptiva, modificando la postura del retropié al imponer una adaptación de las estructuras capsulares ligamentosas y musculares implicadas en el mantenimiento del arco plantar.
¿Cuándo está indicado este procedimiento?
La indicación quirúrgica en el pie plano de desarrollo del niño, se sitúa a partir de los 8-9 años en función del coeficiente de crecimiento, ante la presencia de pies planos que no muestran mejoría y presentan importantes limitaciones funcionales por exceso de pronación. El indicador comúnmente utilizado para identificar el momento correcto de la cirugía es el tamaño del pie del paciente, que comparado con el de los padres, permite aproximarse a un estado de crecimiento adecuado: la cirugía da los mejores resultados cuando el pie está todavía en crecimiento y los tejidos blandos son capaces de adaptarse a los cambios impuestos por la endortesis.
¿Cómo se realiza?
El principal punto de contacto es el seno tarsal, situado anterior e inferiormente al maléolo peroneo. Tras la incisión de la piel, se introduce una aguja guía en el seno tarsal con una inclinación de anterior a posterior y de plantar a dorsal. En algunas ocasiones, pueden ser necesarias maniobras quirúrgicas adicionales: alargamiento percutáneo del tendón de Aquiles en caso de rigidez dorsiflexional del pie o retensado capsular medial en caso de laxitud excesiva.
Se utilizan expansores cada vez más grandes en el alambre guía para preparar el alojamiento para el implante definitivo, teniendo cuidado de evaluar clínicamente la corrección: realineación del retropié y restauración de la bóveda plantar.
El tamaño del implante corresponde al diámetro del último expansor utilizado y la colocación correcta puede evaluarse mediante una radiografía de control intraoperatoria.
Recuperación
En la mayoría de los casos, el paciente es movilizado inmediatamente con la ayuda de dos muletas con una carga de tolerancia en el miembro operado durante los primeros 7-10 días. La carga completa y la vuelta a las actividades diarias normales se producen gradualmente en 30-40 días. En casos seleccionados, es preferible inmovilizar temporalmente el tobillo con una bota de yeso que se retira a los 10-15 días del postoperatorio.
Es útil realizar gimnasia propioceptiva a partir de 10-15 días después de la cirugía (o en cualquier caso después de la retirada del yeso).
El control clínico-radiográfico posterior tiene lugar aproximadamente 30-40 días después de la cirugía.
Complicaciones a corto plazo
Las principales complicaciones que pueden observarse en los primeros días del postoperatorio son: dolor en el lugar de la intervención, enrojecimiento, infecciones cutáneas superficiales, hematomas, hinchazón, rigidez.
Complicaciones de larga duración
Una posible complicación a largo plazo, aunque poco frecuente, es el aflojamiento de la endortesis, que provoca dolor y limitación funcional. Si la radiografía confirma que se ha producido un aflojamiento, es necesario intervenir quirúrgicamente para retirar el tornillo y, si es necesario, recolocarlo si no se ha producido la corrección.
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